fAMILIA

"Los poetas tienen cien veces mejor sentido que los filósofos. Buscando la belleza encuentran más verdad que ellos."

Joseph Joubert (1754-1824) Ensayista y moralista francés.

La familia es merecedora de cualquier sacrificio.

La familia es, además de la estructura básica de la sociedad, el taller donde se adoctrinan los genes y el genoma humano queda a merced de la poesía.

En la memoria familiar convergen el pasado y el presente de manera exponencial, logrando una simbiosis repetitiva, pero signada por la exclusividad. El reintegro temporal ocurre a expensas de los factores hereditarios y los recuerdos.

 

A MI MADRE

 

Vieja, que eterna la muerte

entre las rejas del alma

que a veces con tanta calma

se me va quedando inerte.

La muerte que me convierte

en un espiral sin huesos,

palpándole los impresos

tramos a tu sepultura

donde viaja la atadura

de un pasaje sin regresos.

 

A MI PADRE

 

¿Cómo resucito, viejo,

el pacto de tu sonrisa,

sin que te hiera la prisa

de algún espacio perplejo?

¿Cómo archivar el reflejo

que se fuga de la tarde?

¿Es preciso que te guarde

la eternidad con su axioma?

Hoy, la tarde se desploma

sin que tu risa me aguarde.

 

 

VERSOS PARA MI MADRE

 

¿Con cuántas alas te fuiste

para subir todo el cielo,

donde ningún otro vuelo

puede asegurar que existe?

Volaste donde lo triste

deja en el labio una giba.

Y sin frase que describa

el tamaño de la altura

se me perdió tu estatura

con tanto espacio allá arriba.

 

¿Quién te dibujó el regreso

tan cerca de mi sonrisa?

¡Ando vistiendo la prisa

con la alegría del beso!

¿Cómo regresaste al hueso

costal de mi poemario?

Regresas y el calendario

me va nutriendo la mente.

¡Cuánto recuerdo latente

en tu beso imaginario!

 

 

 

 

NETTIE

 

Marzo regresa con alas

acercando en la distancia

los progresos de tu infancia

en sus anuales escalas.

Con mis visiones te igualas

en trazos del lado izquierdo.

Marzo repasa el acuerdo

de juntar felicidad

sobre la piel de tu edad

para añadirlo al recuerdo.

 

 

VALIA

 

Desando la brevedad

de tus tramos infantiles

con los recuerdos febriles

que anudan la eternidad.

Cuelgo la felicidad

donde se aferra el crecer,

porque el nuevo amanecer

cuando te besa y te aliña

me regresa con la niña

tu figura de mujer.


NIÑA

 

 Niña sujeta a mis manos

borrando con acuarelas

todas las viejas secuelas

de mis fracasos humanos.

¿Acaso fueron tan vanos

el amor, su intrepidez?

Palpo tu risa, niñez,

siento que me estoy vistiendo

con otra piel. ¡Y muriendo,

vuelvo a nacer otra vez!

 

Niña, que esparces tu risa

juntando las marionetas

que me salen por las grietas.

¡Cuánta atmósfera en la brisa!

¿Es acaso poetisa

la luz prendida a tus ojos?

Ignoro si los despojos

de mi pasado se fueron

entre cortinas. ¿Salieron?

¿Se fugaron mis antojos?

 

Niña, rostro repetido

asomado a mi ventana,

la intención de la mañana

por fabricarme el olvido.

¿Será que al fin he ascendido

hasta el edén prematuro?

¿Tendrás un mundo inseguro,

red de ingrávidas promesas

también marchitas? ¡Me apresas

con tus visones, futuro!

  

 

 

JUNTOS

 

Casi que estamos ahí,

a las puertas del asombro,

tú tan prendida de un hombro

y yo prendido de ti.

Te levantas para mí

sin la rotura del beso.

El tiempo gravita espeso

cuando ignoramos su prisa,

se nos queda en la camisa,

en cada pezón de un hueso.

 

Casi que vamos llegando,

plácidos tras la demora,

a la edad que nos devora

y nos está conservando.

Un sopor pasa dejando

esto que tengo, que tienes.

Voy andando, siempre vienes,

llega el invierno, nos sella,

la vida pasa, se estrella.

Te sostengo y me sostienes.

 

 

MI ABUELO ERA DE ALLÁ

 

Era mi abuelo de allá,

del grito de una portada,

 de un augurio de cañada

 que vuelve, pero se va.

Posa en el tiempo de acá

 su memoria de retrato

para ese entorno mulato

(platea de nicotina)

 que aún de noche se ilumina

 con la magia de un relato.