ARTÍCULOS

"Escribir poesía es como hacer el amor: nunca se sabrá si la propia alegría es compartida."

 

Cesare Pavese (1908-1950) Poeta y novelista italiano.

LA DECIMA ESPINELA.

 

AUTOR: Jesús Lantigua Hernández.

 

INTRODUCCIÓN

Grandes poetas han empleado la décima para expresarse, entre ellos se encuentran: Lope de Vega, Calderón de la Barca, Cervantes, Quevedo y Góngora.

La espinela es una variante de la décima. La primera indica lo particular y la segunda expresa lo general.

La décima espinela debe su nombre a Vicente Espinel quien en 1591, transformó la estructura hasta entonces conocida de la décima para dar a conocer esta nueva y atractiva variante. La espinela disfruta, en los tiempos actuales, de gran popularidad en el mundo hispano.

Muchas personas, amantes de la buena poesía muestran interés por la décima espinela; unos, apreciando la labor de diversos poetas y otros, intentando, ellos mismos, construir su propia estrofa de diez versos.

El presente trabajo pretende coadyuvar al empeño de los que se inician en esta apasionante manera de hacer versos, destacando opiniones de carácter técnico, imprescindibles para lograr espinelas de calidad.

 

DESARROLLO

La décima espinela está constituida por diez versos octosílabos (estrofa isométrica), los que riman de manera consonante o perfecta (a partir de la sílaba tónica se repiten todas las letras: vocales y consonantes) de la siguiente manera: abbaaccddc, por lo que llegan a poseer cuatro rimas diferentes.

Uno de los errores más comunes, entre los principiantes, consiste en usar versos asonantados en sus composiciones.  

La siguiente décima espinela, improvisada por el poeta cubano Jesús Orta Ruiz, permite apreciar la estructura antes descrita y la existencia de las rimas consonantes.

Amor... ¿Qué cosa es amor?

Tal vez la ley misteriosa

que enseñó a la mariposa

el secreto de la flor.

Hoguera cuyo calor

salva de muerte al viajero

que transita por sendero

helado de invierno triste...

Fuerza de atracción que existe

entre el imán y el acero.

En estas composiciones, entre el cuarto y quinto verso se hace una pausa obligatoria, sobre todo, si se intenta cantar la décima.

La décima espinela consta de dos redondillas, separadas una de la otra, por el quinto y sexto versos, los que son denominados puente o transición. La función principal del puente es conectar la primera con la segunda redondilla, de manera que las integre en el mismo tema, pero sin dejar de tener vida propia, es decir, sin que se convierta en un simple puente sintáctico. Como parte de este elemento, el sexto verso, determina la rima que sigue.

A veces el puente se extiende a los versos contiguos, en dependencia de lo que intenta referir el poeta.

Alexis Díaz Pimienta, poeta cubano, afirma que: “La verdadera magia de la décima improvisada está en el puente; sin el, lo improvisado serían dos redondillas independientes. El puente las une y las hace inter-dependientes: unidad semántica, sintáctica y métrica”.

En la décima se emplean palabras para enlazar o unir distintas partes de su composición, lo que permite que la estrofa esté dotada de flexibilidad sintáctica y fluidez enunciativa. A esas palabras se les conoce como conectores o codos sintácticos. Entre los más usados se encuentran las siguientes interjecciones y preposiciones: y, pero, porque, aunque, por lo tanto, por eso, por esto, sin embargo, no obstante, puesto que, es que, mas, pese a que, etc.

Una muestra de lo explicado acá, la podemos apreciar en esta décima de Pedro Calderón de la Barca.

Cuentan de un sabio que un día

tan pobre y mísero estaba

que sólo se sustentaba

de unas yerbas que cogía.

"¿Habrá otro -entre sí decía-

más pobre y triste que yo?"

Y cuando el rostro volvió

halló la respuesta, viendo

que iba otro sabio cogiendo

las hojas que él arrojó.

Pero, encontramos también el llamado codo sintáctico anafórico, el que fue descrito por Alexis Díaz Pimienta de la siguiente manera: “Existe otro tipo de codo sintáctico que encontramos en un determinado número de décimas que al parecer carecían de codos: el que llamaremos codo sintáctico anafórico. Este, como su nombre indica, no se sirve de las ya citadas partículas de enlace, sino que garantiza la fluidez de la décima usando la anáfora como recurso estilístico”. Estas palabras reiteradas pueden aparecer en el primer, quinto y séptimo versos, aunque no siempre de igual manera. El propio, antes mencionado poeta cubano, ejemplifica con una décima de su autoría:

Yo arrastro una pesadilla

desde que era adolescente:

la de un río de aguardiente

y un padre ahogado en la orilla.

Cuántas veces la mejilla

se me mojó sin querer.

Cuántas veces la mujer

que en su vientre me llevara

me hizo escampar en su cara

cuando yo empecé a llover.

Nótese que en la anterior espinela aparece la reiteración de la palabra Cuántas… en el quinto y séptimo versos.

Es usual que en las espinelas aparezca un solo tema. El lenguaje debe abordar ese tema enlazando las estructuras ya descritas.

En las décimas se valora el uso del lenguaje utilizado, así como el contenido y la concordancia de lo que se expone. El vocabulario debe ser escogido adecuadamente y ordenado dentro de la oración, de manera que aporte estética a la construcción.

El lenguaje poético es un lenguaje figurado que emplea las palabras con significados distintos a los verdaderos. En la décima, como en toda poesía, los autores emplean figuras o recursos para dar belleza a lo que se dice. Para ello, se busca, entre otras cosas, establecer semejanzas entre los diferentes elementos.

La metáfora es una de las técnicas del lenguaje figurado que permite desarrollar símbolos, belleza y una mejor expresión y construcción de imágenes. En la metáfora a veces los elementos parecen no guardar relación, sin embargo, es necesario comprender la misma, para que lo que se expresa tenga sentido. 

Se puede apreciar que la metáfora es una relación que se establece entre dos categorías conceptuales diferentes y la translación de los términos de una, que permiten reflejar ideas de la otra. Es decir, asocia dos elementos diferentes y los presenta como iguales, estableciendo su identidad.

También, es recurrente la comparación o símil, la que expresa la semejanza entre dos cosas, utilizando para ello conectores: como, tan, igual que, etc. La metáfora y el símil se parecen mucho, pero la diferencia estriba en que en la metáfora no se menciona el elemento comparativo. Cuando al símil le suprimimos esa partícula comparativa, estamos en presencia de una metáfora.

En una décima puede encontrarse la antítesis, que no es más que la combinación de dos tesis o conceptos contrarios o de significación opuesta, colocados así, con el objetivo de lograr una mejor representación y otorgar mayor intensidad al verso.

Era tan corta la vida

y tan largos sus deseos…

La personificación, por su parte, consiste en asignarle rasgos o cualidades a todo tipo de objetos y seres que no pueden realizarlas por no ser propias de su naturaleza.

La luna quiso esperarnos…

El sillón se adormecía…

En la décima puede estar presente otro recurso poético, denominado hipérbole. Se trata de un exageración intencionada de un objeto o minimizando sus rasgos, de manera que se obtenga una imagen desproporcionada o alterada.

Yo, me moría de amor…

Casi siempre, al principio de los versos, aparecen las anáforas. Consiste en una técnica basada en la repetición o secuencia de palabras. 

Ando, pensando en tus besos,

ando, pensando en tu amor…

La aliteración permite generar una dimensión auditiva agradable y consiste en repetir sonidos que se parecen entre sí dentro de una misma secuencia.

Risueña sonabas risa… 

El epíteto lo encontramos en el adjetivo que no ofrece ninguna información suplementaria a la del sustantivo con el que concuerda.

Sacos de negro carbón…

El hipérbaton no es otra cosa que alterar el orden lógico de la oración. Su uso tiene que ver con el interés del poeta por destacar algo.

…es una fiesta de antojos

el camino de la choza…

La ironía se define como una expresión contraria o diferente al significado y sentido real de la misma, con el objetivo de generar humor, crítica, burla, etc. Se convierte en un alabanza falsa o exagerada.

Tú, eres tan importante

que el saludo queda mal…

Hay otras recomendaciones que están dirigidas a lograr determinada calidad estética en las décimas.

Entre los consejos más frecuentes se encuentran la de evitar las rimas asonantes, no rimar palabras en singular con otras en plural y no hacerlo con aquellas que siendo iguales poseen significados distintos. Se dice que el uso de diminutivos empobrece el lenguaje dentro de la espinela, en realidad, es deslucida dicha práctica. Tampoco se recomienda rimar entre sí dos adverbios terminados en mente. La rima entre palabras simples y compuestas debe ser rechazada.

Se debe evitar la rima con gerundios (Forma verbal no personal que expresa simultaneidad de la acción con el tiempo en que se habla. Sus terminaciones son -ando, para los verbos de la primera conjugación, o -iendo, para los de la segunda y tercera. En la oración equivale funcionalmente al adverbio:) e infinitivos (Forma no personal del verbo, que no expresa número, ni persona, ni tiempos determinados: los infinitos en español terminan en ar, er, ir). Ambas rimas son rechazadas, por considerarse que las mismas denotan cierto facilismo; no obstante, hay poetas que las utilizan indistintamente, logrando gracias al lenguaje empleado y el tema abordado, hermosas décimas. Los poetas principiantes y sobre todo los que se inician como repentistas, con alguna frecuencia recurren a las rimas fáciles para lograr sus composiciones.

Como antes se expresara, la décima espinela consta de versos octosílabos. Se debe tener en cuenta que medir un verso es hacer el conteo de sus silabas métricas. Sin embargo, no siempre esa práctica coincide con las silabas normales pues, la misma, está sujeta a determinadas reglas o parámetros:

- Sinalefa.

- Hiato.

- Diéresis.

- Sinéresis.

- Cuando termina en palabra aguda.

- Cuando termina en palabra esdrújula.

La sinalefa es la unión de los sonidos que se producen en una sola emisión de voz, cuando una palabra termina en vocal, o en y, y la palabra que sigue comienza con vocal, con y (que posea sonido de vocal) o en h muda. Las sílabas de los versos se cuentan de acuerdo a la manera que se pronuncian, no como se escriben.

Cuando aplicamos una sinalefa tenemos en cuenta los sonidos y no las grafías de las letras. En estos casos se produce una fusión de las sílabas, de manera que para el conteo de las mismas, se cuantificará una sílaba menos de las que tiene gramaticalmente, sin que se tengan en cuenta las reglas generales para la formación de diptongos y triptongos. Realmente, cuando hablamos en nuestra lengua, hacemos sinalefas de continuo.

Puede haber sinalefa incluso cuando las palabras estén separadas por un signo de puntuación. Eduardo Benot, político y escritor español, señalaba que no resultaba condenable la fusión de vocales por sinalefas cuando una pausa pequeña se interponía entre ellas, pero que debía evitarse cuando la pausa fuera muy prolongada o cuando se exigía punto final muy decidido.

Cuando entre dos palabras, una acaba y otra empieza con vocal y entre ellas hay una conjunción copulativa o disyuntiva (y, o), esta suele formar sinalefa solo con la palabra que va a continuación y no con la anterior. Cuando la letra que sigue no es vocal se unen con la anterior.

Por lo general ocurre que cuando las vocales concurrentes son inacentuadas, la sinalefa es obligatoria.

En caso de que una de las dos vocales sea tónica puede no llegar a formarse la sinalefa. En especial, se debe renunciar a la sinalefa si la segunda vocal es tónica. Mucho menos se constituirá en caso de que ambas vocales sean tónicas. Cuando ambas vocales son acentuadas, homólogas o no, no hay sinalefa.

Cuando una de las vocales perteneciente a un monosílabo se pronuncia enfáticamente o se acentúa, entonces no se produce la sinalefa.

El propio Eduardo Benot, opinaba que cuando a la segunda vocal acentuada precede alguna voz de acento flojo, monosílabo átono o la partícula “no”, suele formarse la sinalefa.

Te he cantado – tehe-can-ta-do

No eres tanto – noe-res-tan-to

La oigo – laoi-go

Que se alza – que-seal-za

De último momento – deul-ti-mo-mo-men-to

Debe tenerse en cuenta que la sinalefa es un fenómeno de fonética, por lo que las vocales implicadas se pronuncian en un solo golpe de voz. Si hubiera una sílaba tónica implicada, ella no permitiría pronunciarlas en un solo golpe de voz.

Cuando las vocales son iguales y una de ellas es tónica, entonces el grupo se pronuncia como una sola vocal acentuada, tanto como si es la primera como la segunda. En estos casos, se produce sinalefa. (es – táham – brien – to) (tuú – ni – co – hi -jo)

No se forma sinalefa cuando las formaciones de ui, ia, ue, ie preceden a la letra h.

Las sinalefas que unen dos vocales son conocidas como binarias (estas son las sencillas) y si enlazan más de dos se denominan complejas.

Se llama sinalefa compleja o múltiple al caso en que se fusionen en una silaba poética tres o más vocales pertenecientes a tres o más palabras. La posibilidad de juntarse por sinalefa varias vocales españolas depende de que formen serie de abertura creciente (iea) o decreciente (aei); o de que las de articulación más cerrada se hallen en los extremos de la sílaba, y las más abiertas en el centro. Cuando las vocales cerradas (u,i) coinciden en el centro, entonces no se forma sinalefa.

En una sinalefa pueden concluir hasta cinco vocales en una sola sílaba que pueden pertenecer a dos e incluso, tres palabras.

Las sinalefas pueden ser omitidas si el autor del poema así lo decide.  Ello obedece a la necesidad de lograr una adecuada medida de los versos. Cuando ocurre esto, se dice que el poeta ha utilizado una licencia poética.

Las sinalefas son motivo de constantes polémicas, pues mientras unos las reconocen en todos los casos, otros prefieren prescindir de ellas. La mejor forma de reconocerlas consiste en pronunciar estas sílabas en voz alta (con una mano en el oído). Si fuera posible leerlas todas, en un solo golpe de voz, hay sinalefa. De lo contrario, no. Los aficionados a la décima, en Cuba, cantan sus versos acompañados de una tonada para poder reconocer su métrica.

Si el poeta tuviera dudas con uno de sus versos o cuando piense que de esta composición puedan existir diferentes interpretaciones, es recomendable sustituirle por otro verso que no ofrezca tales complejidades.

El hiato tiene un efecto totalmente contrario a lo expresado por la sinalefa. Su uso está asociado a la intención del poeta para evitar la sinalefa entre dos palabras en donde una o las dos vocales que intervienen, llevan el acento rítmico, pero también por la intención caprichosa del autor, en lo que se ha dado en llamar licencia poética.

El hiato es frecuente cuando la vocal inicial de palabra lleva acento de intensidad rítmico, especialmente en el caso de la penúltima silaba del verso.

Las conjunciones y sobre todo la “y” requieren del hiato al unirse como semiconsonante a la vocal siguiente. En esos casos la “y” adquiere valor de semiconsonante y se une solo a la vocal siguiente.

Si las vocales concurrentes fueran inacentuadas, la sinalefa se hace obligatoria. Cuando la segunda vocal es distinta de la primera y tiene acento, es preferible y en ciertos casos indispensable, que se forme el hiato. Eso mismo ocurre cuando ambas vocales son acentuadas. De manera excepcional cuando a la segunda vocal acentuada le precede una voz de acento flojo, monosílabo átono o la partícula negativa “no”, se trata de evitar el hiato.

La diéresis es una licencia poética, de poco uso, por la que se deshace un diptongo cuando se quiere lograr una sílaba más en el verso para que luzca armonioso. Para indicar donde se produce se colocan dos puntos idénticos a la diéresis gramatical (¨) sobre la vocal correspondiente (siempre la débil). No debe confundirse con aquellas palabras conformadas por los grupos “güe, güi” donde a la vocal “u” se le coloca una diéresis a los efectos de su pronunciación. La diéresis es un recurso culto que produce una pronunciación anómala.

Otra licencia poética es la sinéresis, que consiste en unir en una misma sílaba dos vocales de una misma palabra que de manera natural no forman diptongo. Esto, es solo admisible en los versos para reducir una sílaba si fuera necesario. Se acerca más que la diéresis al lenguaje popular relajado. Su uso tampoco resulta frecuente.

De acuerdo a su terminación los versos suelen acortarse o ampliarse. Cuando un verso concluye en una palabra aguda o en un monosílabo, entonces se cuenta una sílaba más.

tras – el – fres – co – ven – ta – rrón (7+1=8)

De ser llana la palabra con la que concluye el verso, entonces no varía el número de sílabas.

cuan – do – los – e – na – mo – ra – dos (8)

Cuando el verso concluye en una palabra esdrújula, entonces se cuenta una silaba menos.

Y – con – fu – ror – nos – be – sá – ba – mos (9-1=8)

En una décima espinela el último verso se conoce como pie forzado. Muchos poetas, escriben primero el último verso. Esto le sirve como idea para el tema de la composición. Entre los repentistas es común celebrar competencias de pie forzado.

 

CONCLUSIONES:

La décima espinela es octosílaba y de rima consonante. Para lograr composiciones de calidad se requiere de determinado tecnicismo y aplicar consecuentemente los preceptos que sobre la métrica refiere, la poesía, en general.  El lenguaje poético que se utilice depende de la madurez y profesionalidad de sus autores.

 

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¿En qué consiste el lenguaje de la poesía?